Hoja de trabajo:
- Deben de observar y escuchar el documental.
- En una hoja tamaño carta deben de anotar un comentario de como les pareció el documental.
- Este lo presentan en clases el día 4 de agosto del presente año.
https://www.youtube.com/watch?v=5uDZuVmyDCA
miércoles, 27 de agosto de 2014
miércoles, 20 de agosto de 2014
viernes, 15 de agosto de 2014
La Estética
Índice
Prólogo 2
• Inicio 3
• ¿Qué es
la estética? 3
• Estéticas
y bellezas 3
• Estética
universal 3
• ¿Qué es
el arte? 4
• Conocer,
sentir y hacer 4
• El arte y
las artes 4
• ¿Qué es
una forma? 5
• Un
organismo vivo 5
• Un logro
y un modelo 5
• Formas 6
• ¿Qué es
una obra de arte? 6
• Pura
forma 6
• Cosa y
mundo 7
• ¿Cómo se
hace una obra de arte? 7
• El arte a
cámara lenta 7
• Botánica
del arte 7
• ¿Arte o
naturaleza? 7
• Semejanzas
7
• Diferencias
8
• Personas 9
• ¿Quién es
el artista? 9
• La
aventura del arte 9
• Huellas
del arte 9
• ¿Y el
intérprete? 10
• Un
Príncipe Azul 10
• Versiones
e interpretaciones 10
• ¿Y el
público? 11
• Primeros
problemas 11
• Lectores,
críticos y entusiastas 11
• Vida 12
• ¿El arte
o la vida? 12
• Arte
abierto y total 12
• Arte,
política, pensamiento, religión 12
• ¿Arte en
libertad? 13
• Libertad
y obediencia 13
• Libertad
y fidelidad 13
• ¿Ética o
estética? 14
• El tocino
y la velocidad 14
• Ética
para intérpretes y público 14
• Fin 16
• ¿Qué es
la belleza? 16
• La forma
y la belleza 16
• El muñón
de Cervantes 16
• ¿Ser o no
ser? 17
• Arte,
verdad, ser 17
• La
creación 18
• ¿Dios o
el arte? 18
• Arte y
cristianismo 18
• Dios,
arte, belleza 19
• Gloria 19
Conclusiones 20
Vocabulario 21
Bibliografía 21
Prólogo
Hoy por hoy hay belleza por todas partes, y casi todos
tenemos el privilegio de poder disfrutar de una buena obra de arte: ir a
visitar una exposición, leer un buen libro, oír buena música, etc. El arte, se
podría decir, se ha generalizado y extendido de una forma llamativa. Y es que
la estética está de moda, se habla de ella en todos lados, aun siendo una
ciencia relativamente reciente (aparece desde dos siglos atrás). La gente se
refiere a la «estética» de un mueble, o llama estética a los centros de
belleza. Y es que en los últimos años la belleza ha dejado de ser una
ostentación y ha adquirido una innegable reputación.
La pregunta que se plantea es: ¿Qué es la estética? Es
difícil de contestar. Hay quien dice que necesitamos un poco de belleza todos
los días para seguir viviendo... Tal importancia que se le da a la estética nos
mueve a pensar que estamos ante un tema importante.
Lo que se pretende aquí es presentar un estudio básico de la
estética filosófica. Se partirá desde la fenomenología hasta llegar a la
ontología del arte y la belleza. El trabajo se estructura con un Inicio, donde
se darán a conocer algunos conceptos básicos sobre la estética y todo lo que le
rodea. Luego vienen las Formas, que nos permitirán entrar en el mundo del arte
y comprenderlo mejor. En el apartado de Personas veremos las perspectivas desde
las que se puede ver el arte: el intérprete, el público y el artista, mientras
que en Vida se tratará de la relación del arte con la vida humaba y la
libertad. Y por último, en Fin se intentará responder a las preguntas de la
estética. Para empezar a estudiar la estética es primordial tener clara la
teoría. Una vez sepamos de qué trata esta disciplina, podremos empezar a
comprender que es la estética.
Inicio
1. ¿Qué es la estética?
Mucha gente confunde el significado de la palabra estética.
Cierto es que también se les puede llamar “centros de estética” a los lugares
especializados en embellecer el cuerpo, ya que una de sus definiciones en el
diccionario es: «Conjunto de técnicas y tratamientos utilizados para el
embellecimiento del cuerpo». Pero nuestro estudio va más allá de este sentido
tan material de la estética
Estéticas y bellezas
Como bien decía antes, el significado de la palabra estética
es muy diverso, existiendo varias definiciones. A las que hacen referencia a la
belleza de un coche, de un tipo de música, de una peluquería, etc., podrían
denominarse: estetiquillas, puesto que son parciales, pequeñas e individuales.
Existe también otra estética, relacionada con la esencia y
la percepción de la belleza y la fealdad. La estética se ocupa también de la
cuestión de si estas cualidades están de manera objetiva presentes en las
cosas, a las que pueden calificar, o si existen sólo en la mente del individuo;
por lo tanto, su finalidad es mostrar si los objetos son percibidos de un modo
particular (el modo estético) o si los objetos tienen, en sí mismos, cualidades
específicas o estéticas. La estética también se plantea si existe diferencia
entre lo bello y lo sublime. Esta es una estética general, universal y
filosófica. Sería esta estética que intenta poner en acuerdo a todas las
estéticas particulares, siendo así más extensa y abarcando más ampliamente
todas éstas.
Es muy común pensar en el arte cuando aludimos a la
estética. El arte es la forma más cómoda para poder apreciar la belleza. Por lo
que la estética en sí empezaría por ser una teoría del arte. Partiendo de este
punto, intentaría ir más allá del arte, siendo una teoría primeramente ocupada
del arte y de todas las artes, también buscando la belleza en lo natural.
También se ocuparía de las «personas encantadoras», ya que también una buena
acción, una virtud, o una personalidad pueden contener belleza. La estética
nunca excluiría a ninguna persona, pues la perfección formal se hace presente
en todos los seres humanos. En la estética también podría incluirse una belleza
más universal, una belleza total que vaya más allá de una belleza puramente
física o artística.
Estética universal
El origen etimológico de la palabra estética (del
griego ¬- , sensible) está relacionado con
aquello que hace referencia a los sentidos y a las sensaciones. Abarcaría todo
lo sensible, emocional y sentimental, dejando de lado una belleza más
inteligente o espiritual. Por eso hoy en día es más lógico pensar en una
estética que englobe también las acciones, e incluso las acciones, siempre que
contengan algo de belleza.
Después de su fundación en el siglo XVIII, el origen de la
palabra ha cambiado y ha ampliado su significado a otras bellezas más
inmateriales y menos sensibles, ya que si no, ¿dónde estaría el lugar de la
belleza de la libertad o del amor?
Por lo tanto la estética abordaría dos ámbitos: el de las
obras concretas y el de las ideas. Como filosofía que es, además engloba lo
universal y lo particular al mismo tiempo. Por eso es un saber abstracto y
especulativo, al igual que concreto y experimental en sus inicios. Se convierte
la estética en un saber abierto y universal que se ocupa de todas las bellezas
y que intenta conjugar todas las perspectivas posibles.
Existen dos caminos para acceder a la estética:
• Ascendente,
va de los hechos a las ideas, de lo particular a lo universal, de la práctica a
la teoría, a través de la inducción.
• Descendente,
iría en dirección contraria, por medio de la deducción.
Ilógicamente, resulta más sencillo ir cuesta arriba: partir
de lo que se ve y se dice sobre el arte y la belleza. Es una cuestión de
método, en este caso inductivo.
La estética no es sólo una parte de la filosofía, si no toda
la filosofía que reflexiona sobre el arte y la belleza. Toda la filosofía desde
sus múltiples perspectivas, mira a todas las bellezas y a todas las manifestaciones
artísticas, y reflexiona sobre ellas.
2. ¿Qué es el arte?
Una difícil pregunta que alguna vez nos hemos planteado. No
existe una definición exacta e universal, por lo que trataré aquí de exponer
una definición que abarque todas las ya existentes.
Conocer, sentir y hacer
• La
primera parte de nuestra definición sería que el arte seria visión,
conocimiento, contemplación de lo divino y lo humano; un saber oculto del que
solo pueden acceder un grupo de privilegiados. El artista puede considerarse un
privilegiado que posee una sensibilidad más perceptiva y participa de un
conocimiento puro: ve realidades ocultas e incluso profetiza sobre el futuro.
La sabiduría y lo que el artista tiene en su cabeza serían importantes. El
artista es ante todo un intelectual, un visionario.
• La
segunda parte abarcaría los sentimientos del artista. Lo fundamental serían los
sentimientos que en él se vierten. El arte es un sentimiento y no puede haber
arte sin emociones. El arte sería por tanto la expresión de ideas y
sentimientos del autor.
• La
tercera parte de nuestra definición englobaría todo lo referente al hacer, por
lo que el artista no sería tan sólo un intelectual o un sentimental, si no
también un artesano, una persona que forma y hace una obra de arte con sensibilidad
e inteligencia.
«Conocer, sentir, saber hacer, hacer» sería el resumen de
todo quehacer artístico. Habría que combinar cabeza, corazón y manos (como dijo
J.R. Jiménez). Pero también hay que darle importancia al hacer, porque si no se
hace, la obra de arte no existe.
El arte y las artes
La pregunta que hay que plantearse es, ¿Qué diferencia
existe entre el arte y un arte?
No toda manifestación estética debe ser arte, pues si todas
fueran arte, nada sería arte de verdad. Hay muchos elementos que nos pueden
atraer por su perfección y belleza, pero no quiere decir que lleguen a ser
obras de arte. Para que se de esto, ha de buscar la belleza por encima de todo
e ir detrás de la forma por la forma, y alcanzarla. Así diferenciamos entre
hacer arte y hacer algo con arte.
Solo el arte es arte. Solo en la obra de arte la forma es
prioritaria y la belleza es una exigencia fundamental. Se busca la forma en sí
misma. Por lo que hacer arte va más allá del realizar una bella acción o de
hacer algo con acabado estético. El arte quiere ser, ante todo, arte.
El arte no es algo independiente, asilado o solitario. Es
solidario, y puede abarcar varias funciones, pero la función estética y
artística debe predominar sobre todas las demás. El artista es, ante todo un
enamorado de la forma y de la belleza.
3. ¿Qué es una forma?
Se habla de forma en muchísimas ocasiones: se procura
guardar las formas, estar en forma, dar forma a algo... Forma es una palabra
con renombre, pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de ella?
Un organismo vivo
Una forma es un organismo entero y verdadero. Se compara una
forma con un organismo, por es en lo seres vivos donde se encuentra la unidad
más profunda y perfecta entre sus partes: cada una de ellas está en función del
todo. Así pues podemos encontrar una cierta vida en toda obra humana, artística
o no. No es una vida biológica, si no una vida algo más inmaterial. Son formas
un poema y una filosofía, un libro y un cuadro, un comic y un jardín japonés…
Todas ellas son organismos perfectos, formas, y se puede decir que son
hermosos.
Estas obras vivas es lo que llamamos formas: una estructura
perfecta dotada de «vida» propia, que es independiente y se basta a sí misma;
es un «ser vivo», cuya «vida» se gobierna desde dentro. La forma sería por tanto
un organismo vivo que tiene cada una de sus partes perfecta y armónicamente
unidas.
Un logro y un modelo
La forma es algo inherente a la condición de forma el ser un
logro: algo perfecto y acabado. Es algo orgánico, organizado, dotado de vida y
sentido. Una forma es, por decirlo de alguna manera, la negación de la
mediocridad. Por lo que, el hacer del arte es un acabar hasta lograr la
perfección.
Tan perfecto es el proceso que le ha dado lugar, que la
forma resultante se manifiesta abiertamente al exterior: perfecta y cerrada en
sí misma, la forma se abre al mundo y a todas las personas que se acerquen a
ella sin prejuicios. La obra de arte es una obra abierta: quiere mostrar su
perfección, su condición de logro. La forma, por tanto, al tener vida, nace,
crece, se reproduce y da lugar a otras formas.
Formas
1. ¿Qué es una obra de arte?
Una pregunta que quizás haya rondado por nuestra cabeza
cuando visitamos un museo, o vemos una escultura o un cuadro de arte moderno,
por ejemplo. Pero no podemos dejarnos guiar por una imposición de un criterio
estrecho y determinado. En la respuesta a esta pregunta debe haber cabida tanto
como para un kouro (escultura griega) como para un cuadro abstracto. Se podría
decir genéricamente que una obra de arte es una forma.
Pura forma
Si una forma puede ser un elemento natural, un objeto, una
persona, un sentimiento… ¿cómo se diferencia una obra de arte de una forma? La
obra de arte es una forma pura, que busca por encima de todo su perfección
estética. Por eso en una obra de arte se busca la forma por encima de todo, ya
que ser o no ser arte depende de esta prioridad.
Una verdadera forma pura es la que se expresa por si misma,
y que su presencia aleja la atención de todo aquello que no es ella, y nos
produce un respeto silencioso y misterioso. Se bastan ellas solas: bastan su
sola presencia y su belleza. Pero por esta perfección y autenticidad la forma
no puede caer en la irrealidad, en lo ideal. Las obras de arte son formas,
además de puras, reales, que presentarán sus fallos y carencias, como cualquier
ser viviente. No se trata de una forma idealista, donde no cabe duda la menor
imperfección.
Cosa y mundo
Siguiendo nuestra definición, la obra de arte es una forma,
un organismo, algo autónomo en medio del mundo, a la vez relacionado con todo
lo que le rodea. Es una forma pura, la vez física y material también, pues sin
“cuerpo” no hay “mente”. La materia es el punto de partida y la base sobre la
que el artista puede construir su obra. Dada su importancia podemos decir que
el arte no es algo etéreo e invisible, sino que consiste en plasmar en la
materia esos sentimientos, sueños e ideas. La materia es totalmente necesaria
para el artista, por lo que debe elegirla adecuadamente. De este roce con la
materia surgirá el arte. La materia puede ser difícil trabajarla, puede
resistirse, pero cuanto más difícil es una materia, más lejos y más alto llega
el arte.
De esta relación entre la materia y el arte podemos decir
que será dicha relación la que permita diferenciar el arte de otras actividades
como la ética o el pensamiento. Decía Goethe que la belleza artística es
siempre material y sensible. Tal vez podría calificarse la siguiente actitud de
materialista, puesto que el espiritualismo ha sido algo característico desde el
Romanticismo. Pero el arte tiene que encontrar su propio cuerpo,dónde hacerse
algo físico y real. Por lo que hay que tomar un poco de cada cosa: materia y
técnica, junto con espíritu y sentimiento.
Las obras de arte son meros objetos físicos, a la vez que
criaturas espirituales salidas de las entrañas del artista. Parte de su alma se
encarnará en materia, y de ahí surgirá la obra de arte. Pero antes que esta
obra de arte “cobre vida”, ha de trabajarse y dedicarle tiempo. Son por tanto
cosas físicas que contienen un mundo espiritual, ya que parte de la
personalidad del artista se ve entregada en la obra de arte. De este modo, la
obra de arte será la forma material que va impregnada de los sentimientos del
artista.
2. ¿Cómo se hace la obra de arte?
El arte a cámara lenta
En este apartado se intentará responder a como hacer una
obra de arte, por donde empieza todo, cuál es el comienzo y en que consiste.
Una idea, una musa, es lo que debe de aparecer en la mente del artista. La
inspiración debe venir a él para poder empezar. Pero como han dicho varios
artistas, de formas distintas, pero siempre apuntando a lo mismo, es que sin
trabajo de nada servirá la inspiración. Para poder hacer una obra de arte se
necesita sudor y esfuerzo. Una vez la idea inicial esté en la mente del artista,
lo demás es todo trabajo. Hará bocetos en hojas sueltas, hasta llegar a lo que
más se parece a lo que tenía pensado. Pero una vez estructurado y plasmado el
pensamiento en el papel, habrá de llevar su obra a la materia. Quizás cuando
termine su obra, habrá habido cambios con respecto a su idea inicial, pero
serán para corregir los posibles fallos que pudiera haber. Cuando termina el
artista su obra, habrá conseguido un logro, una forma pura, una obra de arte.
Botánica del arte
Pero tampoco podemos decir que todo el arte es trabajo. El
arte nace, crece y se hace. Por eso decían que la idea de un artista era como
una semilla, después esta semilla germinaba con el sudor y el trabajo del
artista, y más tarde, la obra iría creciendo y adquiriendo calidad. Al final la
obra poseerá fuerza y forma, hasta llegar a ser verdaderamente una obra de
arte.
Pero el artista no es un simple colaborador de su obra, y
así muchos de ellos insisten en la complementariedad entre una composición
artificial y un crecimiento natural de la obra. Esta nace y crece, a la vez que
el artista la hace y <<compone>>. No podemos olvidar la ilusión, el
trabajo y el esfuerzo, ni tampoco la inspiración ni la energía que guía los
pasos del artista al hacer su obra. Arte y naturaleza, composición y
crecimiento van perfectamente de acuerdo a la hora de hacer una obra de arte.
En el artista se dan tanto la sensación aventura como el sentimiento de
seguridad. El arte no estaría tan lejos ni competiría con la naturaleza: tan
solo colaborarían.
3. ¿Arte o naturaleza?
Semejanzas
• El arte
se alía con la naturaleza. Si ponemos el arte humano en la naturaleza no rompe
con el entorno natural. Un campanario o una torre puede encajar perfectamente
con un paisaje, al igual que una pequeña aldea en medio de un valle. La obra de
arte por tanto será una cosa entre cosas, por lo que existirá la armonía entre
arte y mundo
• Otro
vínculo es el uso que el artista va haciendo de las formas naturales. El
artista tomará elementos de la naturaleza para convertirlos en obras de arte.
Las va combinando para dar lugar a su logro. Sería así una perfecta composición
entre lo natural y lo artificial.
• El arte
se parece a la madre naturaleza, ya que decíamos que una forma es un organismo
vivo. Goza de vida y unidad, en su armonía y movimiento. Ya no es tanto una
semejanza como una solidaridad, un parentesco cercano entre lo natural y lo
artístico.
El arte imita a la naturaleza, como si el arte copiara las
formas naturales, procurando hacerlas lo más parecidas a lo original. Por
consiguiente, esta afirmación daría a enternder que solo vale el arte
figurativo, mientras que el abstracto es una deformación de la realidad, a su
vez dando a entender que cualquier imitación de algo natural tendría que ser
necesariamente arte. Pero estas afirmaciones pueden resultar extrañas. Si se
profundiza más, descubriremos que la sentencia clásica dice que el arte imita a
la naturaleza, pero solo en su modo de obrar.
La obra de arte se va formando de un modo parecido a como se
desarrollan los seres humanos y la naturaleza en general. Y el resultado
también será similar a un organismo, a un ser vivo. La relación entre el arte y
la naturaleza se ve ahora con más claridad, y es más profunda e importante de
lo que pudiera parecer a simple vista.
Diferencias
• La vida
de la obra de arte no es la de un ser vivo. La artística es una vida menor, más
imperfecta y menos libre que la natural, aunque eso sí, más duradera. La obra
eterniza a su autor, a pesar de haber recibido la vida de él.
• La obra
de arte depende de modo inmediato de las personas, mientras que las cosas de la
naturaleza son autónomas. La obra de arte no tendrá sentido si no es vista por
alguna persona. Es cuando tendrá mayor importancia y no será solo una cosa.
• La obra
de arte constituirá un mundo interior y personal: el de su artista, sus
intérpretes y su público. La obra de arte esperará siempre ser apreciada por
personas. Por lo que la obra de arte es una cosa entre cosas rodeada de
personas. Aquí es donde el arte supera a la naturaleza, incapaz ésta de tener
un mundo interior.
Se deduce de todo esto que el arte es distinto de la
naturaleza. No deben equilibrarse ambos mundos, aunque el arte imite como obra
la naturaleza. Y el simple hecho que éste trate de obrar como la naturaleza
pone en clara evidencia sus diferencias.
Personas
Ahora nos centraremos en aquellas personas que forman parte
del proceso artístico: el artista, el intérprete y el público. El estudio se
complicará ligeramente, ya que tendremos que tener en cuenta la libertad y a la
persona ante todo. Además, tenemos que saber que la estética, además de ser
naturalista, es una estética personalista y existencial.
1. ¿Quién es el artista?
El artista, según la opinión pública, es un ser extravagante
y excéntrico, además de simpático. Son personas que hacen cosas un tanto
extrañas, pero a la vez geniales. No podemos prescindir de ellos, ya que además
de raros son gente corriente: son personas.
La aventura del arte
No son seres divinos, ni semidioses, tan solo personas que
empiezan, corrigen, tachan, vuelven a empezar, intentan y finalmente y con un
poco de suerte consiguen realizar una obra de arte. No son tan solo genios,
pues antes han tenido que distinguirse como buenos artesanos y trabajadores de
la forma.
Son muchos los artistas que se han tenido que exponer al
exceso de trabajo, pudiendo causarse perjuicios a sí mismos, como en el caso de
Miguel Ángel con la Capilla Sextina. Y así muchos más. Se puede decir entonces
que el arte es un mundo lleno de esfuerzo y peligro, y que el artista es la
persona que se implica en la aventura de hacer arte. La persona es la que
tomará la iniciativa de asumir los riesgos y por tanto llegar a la gloria… o a
la vergüenza. Pero para llegar al logro hay que trabajárselo e intentarlo: “sin
intentos no hay logros”. Y a pesar de todos los planes anteriormente hechos, el
artista corrige y vuelve a inventar lo que quiere hacer, ya que el hacer del
arte es un hacer repetidamente inventivo y creativo. No basta con saber hacer
arte, hay que intentarlo una y otra vez hasta llegar al logro.
No se puede establecer una única ley general para todas las
obras de arte: cada obra es diferente y el artista la va haciendo sobre la
marcha, a la misma vez que ésta se va haciendo por sí sola. Pero esto se dará
tan solo si el artista lo intenta, es constante y se pone manos a la obra, y
tras muchos esfuerzos se llegará al logro: la obra de arte.
Huellas en el arte
Cada artista tiene su identidad y su personalidad, y siempre
la deja plasmada en su obra de arte. Es por eso que podemos afirmar que “El
arte es personal e intransferible”. A simple vista podemos adivinar a quién
pertenece un cuadro, una poesía, una película… si conocemos bien el estilo del
artista. Este plasma su huella personal en cada obra,
La obra de arte es una cosa material que contiene a su vez
un lado espiritual que procede directamente del artista. Podemos afirmar que
“el estilo es el artista”. Una obra artística puede sugerir ideas a la vez que
también puede decir mucho con tan solo el modo de describir un objeto, de
interpretar un personaje, o tocar una pieza musical. Es éste el mundo de la
variedad de estilos, que depende de la infinita diversidad de personas que
trabajan en el mundo del arte.
Decíamos antes que la obra de arte tiene un lado material y
otro espiritual. Estos se unen gracias a la persona. El alma y la personalidad
del artista se plasman en cada obra a través de su estilo. En arte ser y decir
son una misma cosa. El artista va diciendo al mismo tiempo que va haciendo su
obra.
Todo en arte dice, comunica, significa; no existen por
tanto, detalles insignificantes. No hay arte impersonal, El arte habla del
mundo y de ese submundo del artista.
2. ¿Y el intérprete?
Refirámoslos ahora a la interpretación del arte.
Últimamente, la hermenéutica y la teoría de la interpretación se han impuesto
como una moda intelectual o periodística. El punto de partida de toda esta moda
hermenéutica era curiosamente la estética; y el modelo propuesto, un músico que
interpretaba una determinada partitura. Cobraba así importancia no solo el
compositor, si no también la del intérprete.
Un príncipe azul
¿Quién es entonces el intérprete? Otra persona ante la misma
obra: alguien que colabora estrechamente con el autor, como un intermediario
que hace llegar la obra al gran público. El autor y el intérprete establecen
entonces una intensa y fecunda colaboración que permite acceder a esa obra.
Gracias al intérprete se ha «despertado» la obra de arte, y ahora se muestra
viva y bella ante la mirada atónita de los espectadores.
Se plantea unas preguntas, con respecto al tema de la vida
de la obra de arte, como decíamos en otro apartado. ¿Estará la obra de arte
inacabada y lo que hace el intérprete es complementarla o, está ya acabada y el
intérprete continúa y prolonga la vida de la obra de arte? ¿La obra está muerta
y resucita cuando el intérprete la ejecuta?, ¿o bien está ya viva, y el
intérprete tan solo la hace despertar de un largo sueño? La obra de arte, si es
tal, estará ya viva y acabada; aunque también es cierto que tiene también una
«segunda vida» más plena en estado latente, que solo alcanzará con una
posterior interpretación. Así, la obra de arte reclama la interpretación, es
más, la exige.
Es por tanto acertado afirmar que la obra de arte en sí no
depende de otras personas, ni siquiera del propio autor. Una obra puede vivir
mientras el autor ya esté muerto, Esa misma obra de arte tendrá una mayor vida
y un mayor sentido cuando se presente y se manifieste ante otras personas.
Versiones e interpretaciones
¿Podría darse una superación de la obra original por parte
de la copia? Si se podría dar esa posibilidad: todo depende de la calidad de la
versión. Por ejemplo, una obra literaria y su adaptación al cine son dos obras
distintas, y no solo dos interpretaciones de una misma obra. La interpretación
hace presente una misma obra, siempre y cuando el intérprete no la traiciones.
La vida misma demuestra que caben muchas buenas interpretaciones, siempre y
cuando se respete la verdad íntima de tal obra de arte. ¿Qué interpretación
será la correcta entonces? La que sea fiel y libre, pues el intérprete ha hecho
suya la obra. Se debe buscar un equilibrio entre la libertad y la fidelidad.
Por eso lo que se pedirá al intérprete es que comprenda la obra a fondo, para
poder hacer después su interpretación personal.
Pero también puede suceder que la personalidad del
intérprete intenta eclipsar incluso al mismo autor, y a su obra. Son casos de
traición. Caben infinitas interpretaciones verdaderas, pero también infinitas
falsas. El artista se encuentra ante un equilibrio inestables, y lucha por
mantener su fidelidad, si dejar de lado su propia huellas personal.
La obra de arte y la personalidad del intérprete deben
respetarse y potenciarse mutuamente. La obra de arte vive dentro de aquellas
interpretaciones que son fieles y verdaderas. El intérprete debe estar abierto
a la obrad e arte en sí, para no traicionarla. No caben interpretaciones
totalmente únicas y objetivas. La buena interpretación por tanto será aquella
que sea expresiva y revelativa, al mismo tiempo: en ella estarán presentes la
libertad, la iniciativa, y la personalidad del intérprete, a la vez que se nos
revelará la obra de arte tal y como ella es.
3. ¿Y el público?
No siempre el público se ha visto involucrado en el proceso
artístico verdaderamente. Pero ahora todo el mundo habla de comunicación y de
complicidad con el público. Éste ha entrado definitivamente en escena.
Primeros problemas
Si los artistas ya tenían que soportar las comentarios de
los críticos, ahora tienen también que enfrentarse con todo el público. Pero
eso sí, hay que considerar al público como un conjunto de personas, cada una
con sus gustos y sus preferencias y opiniones. Cada uno lo ve a su modo, y lo
único que se espera es que tal vez sea posible llegar a un acuerdo. Al ser
distinta cada persona del público se presentarán distintas perspectivas o modos
de ver: se tratará de una interpretación personal de la obra de arte. Pero no
significará relativa o arbitraria. Entonces, la persona será la mejor vía de
acceso a la obra de arte.
La persona es vista en clave positiva: la persona del
público es alguien que es capaz de acceder con respeto a la obra: conocerla,
encontrarla y entablar un amigable diálogo con ella. La obra de arte es
abierta: permite al lector, oyente o espectador acercarse a ella, sin que esta
se cierre o caiga en un exacerbado mutismo, en excesivas timideces. En teoría
la obra de arte se ofrece y entrega al público. Una obra de arte admite
infinitas interpretaciones y modos de recibirlas.
Lectores, críticos y entusiastas
El lector degusta, disfruta y siente la obra de arte,
mientras el crítico la analiza y razona sobre ella. El resultado sería que el
lector es estúpido, mientras los únicos listos son los críticos. En realidad,
el público, tanto crítico como lector, es a la vez un poco filósofo y algo
artista. Para conocer hay que amar, y el amar empieza por el gustar, aunque no
se quede ahí. El gusto puede ser también considerado en su acepción positiva,
pero no todos son buenos. El tiempo es el mejor crítico, ante una belleza
evidente, todos se ponen de acuerdo, pero ante ciertas obras maestras, uno solo
puede manifestar su aprecio y admiración.
Entra entonces en acción el llamado entusiasta, que
disfrutaría con pasión de la obra de arte, volviendo una y otra vez a su
belleza. Nuestra imagen ha alcanzado plenamente la obra de arte, y ahora ya
podemos descansar y disfrutar: contemplar. Son momentos de auténtico placer
estético. Pero no es un placer destructivo; esta noción de contemplación supera
a la del simple consumo de la obra de arte. Podríamos decir que hacer obra de
arte exige su tiempo.
Vida
En este capítulo nos adentraremos en la dimensión
existencial del arte. La primera cuestión será la relación que existe entre el
arte y la vida. Después buscaremos respuesta al papel que cumple la libertad en
el mundo, y finalmente veremos la relación entre ética y estética.
1. ¿El arte o la vida?
Esta es la pregunta que se plantean alguna vez los artistas,
ya que no pueden concebir la vida sin el arte. Es así entonces cuando aparece la
figura del esteta, el defensor del arte por el arte por encima de todo. Esta
persona lo reduce todo unilateralmente a su problema estético dejando de lado
cualquier otra faceta de la existencia. En el lado opuesto se encuentra el
moralista, aquel artista demasiado comprometido que se le olvidó ser artista
para hacer política, convertirse en pedagogo o hacer apología de él mismo y de
sus propias ideas.
Se plantea entonces la siguiente cuestión: ¿Se da un dilema
irresoluble entre el arte y la vida, o se podría apostar también por el arte y
la vida?
Arte abierto y total
El arte estará abierto a todo, aunque deberá ser igualmente
arte, antes que nada. Todo en la persona guarda relación con todo: ética,
educación, juego, política, ciencia, arte… Todo tiene que ver con todo. La
persona es una unitotalidad: una totalidad y unidad a la vez. Por esa unidad
debe haber una colaboración y un entrelazamiento entre las distintas
actividades humanas, aunque existan prioridades entre ellas. Que haya una
actividad con mayor prioridad no lleva a que las demás se vean olvidadas: tan
solo las subordina.
Será entonces un arte solidario y totalmente abierto: habrá
arte en todo y para todo. El arte se abrirá a la vida al igual que ésta se ha
abierto al arte. El arte debe ser siempre arte, y este es el significado de la
expresión arte total. Trata una vez más de diferenciar hacer arte de hacer algo
con arte. La actividad predominante en el arte debe ser la artística, aunque
haya cabida también para cada una de las actividades humanas. Por que sino es
así, dejaría de ser arte para convertirse en un arte. Por tanto el arte
colabora con todo, sin dejar de ser arte.
Arte, política, pensamiento, religión
La relación entre el arte y la política dista muchos años
atrás. En muchas ocasiones los artistas han querido reflejar sus ideas
políticas en sus obras (Neruda, Einsenstein); y otras veces han sido los
propios políticos y el poder en general el que ha tomado el arte para ayudar a
transmitir su mensaje político. Con el arte, dicho mensaje se hace más de
manifiesto, más obvio y más contundente. Por lo tanto, se pueden poner en
práctica arte y política. Pero uno tiene que saber realmente la prioridad que
le va a dar a cada una de estas actividades.
También el arte guarda relación con la filosofía. Sería este
un arte de pensar. Muchas obras filosóficas poseen una gran calidad estética,
de igual manera que también existen muchos artistas a los que además de
artistas se les propone como pensadores (Rembrandt, Homero). Tanto el arte como
la filosofía llegan ambos a lo más alto del ser, aunque por caminos distintos
(afirma Heideger).
También el arte y la religión se alían, buscando el mismo
fin: la belleza y la Belleza. El arte y la religión se encuentran unidos en el
llamado arte sacro: que siempre sea arte verdaderos, y a la vez sagrado, más
cercano a Dios.
En algunos casos el arte puede dejar de ser arte para
convertirse en filosofía, política y religión. Hay veces que unas obras de arte
son al mismo tiempo política, pensamiento y religión, casos tales como las
obras de Shakespeare, Calderón de la Barca, Pedro Salinas, Neruda…
2. ¿Arte en libertad?
“El artista es un loco, un bohemio” y “Arte libre”, dos
mitos del arte. Sin embargo, cuado nos acercamos a la vida del artista, podemos
ver que muchos de ellos son metódicos, rigurosos y sistemáticos. Y se plantea
el artista, ¿he renunciado a la libertad para entregarme al trabajo?
Liberta y obediencia
La persona -y por tanto, el artista- se fundamenta en el ser
y en la libertad. Así que el punto de partida es un personalismos ontológico,
una antropología metafísica, en definitiva, una filosofía del ser, la persona y
la libertad. El artista contará con algo que le ha sido dado previamente, pero
deberá elegir y arriesgarse, escogiendo tan solo una de todas las posibilidades
que se le ofrecen, por lo que podrá poner en juego la libertad.
Hay una ley interna para cada obra de arte que el artista
tratará de seguir, y que podrá elegir libremente. Si la acepta, acertará. Así,
el artista se moverá entre la ley y la libertad, la orientación y la aventura,
la disciplina y la iniciativa personal. Y por extraño que parezca, los artistas
son los primeros en obedecer. Pero, ¿obedecer a qué y a quién? A la obra de
arte, a la técnica y al lenguaje que cada artista emplee. Además el artista
estará obligado a cumplir algunas normas, reglas y demás. Tiene que aprender
despacio, repitiendo una y otra vez. Y finalmente se verá entre la imitación y
la originalidad. Podrá optar por uno de los dos extremos, pero siempre
dependerá del otro, y a esto se le puede llamar obediencia.
El inevitable compromiso del artista será obedecer y seguir
siendo plenamente libre. Tener menor libertad aparente para llegar más lejos, y
alcanzar mayor libertad real.
Libertad y fidelidad
Cabe muchas interpretaciones fieles y libres de una obra de
arte, pero ¿qué ocurre con las distintas versiones de una obra, realizada cada
una de ellas por personas y personalidades distintas? Pongamos por ejemplo una
traducción. Para algunos todas la traducciones son traiciones; otros afirman
que las traducciones son hermosas e infieles, o feas y fieles (como las
mujeres, comentario machista por parte de este grupo). Y otro sector opinian
que en las traducciones, niegan todo ejercicio de personalidad y preconizan un
ejercicio literal y purista de la traducción. Según ellos, al traductor se le
ha negado la más elemental libertad creativa.
¿Y no es posible que existan traducciones libres y fieles al
mismo tiempo? Sí: existen excelentes versiones en otras lenguas de algunos
textos, sin que esto haya supuesto traicionar el texto original. Caben, por lo
tanto, traducciones fieles y hermosas, aunque, evidentemente, suponen un
ejercicio de la libertad más difícil que el de sus vicios contrarios: la
fealdad y la infidelidad.
Otra cuestión sería la del público, si tendría que renunciar
a su libertad y a su personalidad para poder entender la obra de arte tal como
ella es, o por el contrario se podría combinar ambas instancias: libertad
personal y fidelidad a la obra de arte. Existe entre estas cuestiones un
difícil equilibrio. Uno no debe dejar de ser libre para entender una obra tal
como ellas es. Cada persona del público no debe dejar de ser ella misma para
enternder la obra de arte en sí. Su propia personalidad puede ser una vía de
acceso a la obra de arte. Esto supone un complicado ejercicio de libertad, ya
que cualquier error puede suponer una caída al vacío. A veces puede suponer
mucho tiempo e incluso varios intentos fallidos entrar en una obra de arte
despacio. Pero se debe intentar, y finalmente la búsqueda culminará en un
hallazgo. Con cuidado y a base de repetidos intentos, el intérprete y el
público han logrado alcanzar fielmente la obra de arte, ejercitando plenamente
su libertad.
3. ¿Ética o estética?
A primera vista no tienen nada que ver. La doctrina del arte
por el arte nos privaría entonces de multitud de obras como las de Quevedo,
Shakespeare, Emerson… Es decir, que la cuestión no es tan sencilla.
El tocino y la velocidad
En el nivel de obrar, ética y estética son dos cosas muy
distintas y distantes, pero en la vida misma resulta que estos dos extremos
aparentes se tocan. El arte tiene que ver con la vida, y la ética con la
estética, a pesar de sus evidentes diferencias. El artista irá resolviendo sus propias
perplejidades éticas al hacer su obra.
Pero, ¿Cómo se relacionan arte y moral, ética y estética en
el trabajo artístico? En primer lugar por la profesionalidad. Será la primera
exigencia ética, el compromiso personal con su trabajo. El artista será un
perfeccionista, y lo primero que deberá hacer será trabajar, y trabajar bien.
Incluso la improvisación y el divertimento aparentemente más leves levan detrás
muchas horas de trabajo duro.
El segundo elemento que los relacionará será la cuestión de
la responsabilidad del artista. Es más bien ya conocido que el artista ejerce
una influencia sobre su público: el arte es un privilegiado medio de educación
y comunicación. El artista, por lo tanto, debe hacerse también cargo de ello y
ver las consecuencias que puede tener su arte. La verdad y la cultura han
llegado muchas veces al gran público gracias al arte. No existe arte neutral,
ya que el artista debe ser consciente de los efectos que puede producir su
obra: tiene que asumir esa responsabilidad.
Es inevitable que aparezca en la obra de arte las
convicciones éticas y existenciales del autor. En su obra puede verse su
concepción de la vida, su personal visión del mundo. Pero tampoco podemos caer
en el moralismo. Se trata de pasar entre el esteticismo y el moralismo, no se
debe hacer del arte apéndice de la ética, ni darle un protagonismo exagerado
que no le corresponde. El arte es un poder fascinante, pero la vida es más
amplia. Hay que triunfar, por lo tanto, en todo: en el arte y en la vida. Arte
y vida, ética y estética, pueden y deben potenciarse mutuamente.
Ética para intérpretes y público
Debido a la necesaria pluralidad de interpretaciones, cada
intérprete deberá acoger todas las demás interpretaciones que sean auténticas.
Es cierto que no todas las interpretaciones serán verdaderas. Por tanto, el
respeto del intérprete por el resto de las interpretaciones se dirigía a pleno
título solo a aquellas que sean verdaderas. Como es lógico, dilucidar si una
interpretación es buena o mala, verdadera o falsa ofrecerá más de un problema.
A eso se añadirán las convicciones éticas y existenciales del intérprete.
En lo que al público se refiere, se podrían sugerir
condiciones análogas a las del artista o el intérprete. También a él se le
exigirá respeto y atención, esfuerzo y dedicación, una cierta seriedad. Después
de un apasionamiento inicial, al final se le pedirá un cierto sosiego y
ecuanimidad. Deberá llegar un poco más allá de los gustos personales. Además a
esto se añade el problema de la valoración ética, que será inevitable bajo
todos los puntos de vista al afrontar una obra de arte.
La ética personal influye también en la valoración de la
obra de arte. Cuando afrontamos una obra de arte que no coincide con nuestras
ideas éticas, experimentamos una sensación agridulce, que podría justificar un
rechazo personal de tal obra, aun reconociendo sus logros artísticos. Por el
contrario, cuando nos hallamos ante una verdadera obra de arte que refleja
nuestros propios criterios éticos, la sensación de plenitud que sentimos es
sensiblemente mayor. Nos encontramos ante un «arte mayor».
Fin
Llegamos en este capítulo al fin de la parte teorica en un
doble sentido: se acaban las preguntas a las que responder, y también llegamos
a esos últimos motivos que rigen el mundo del arte y de la belleza. Abandonamos
por tanto la fenomenología y la antropología para abordar ahora una misma
perspectiva ontológica e incluso teológica. Terminaremos de este modo con
honduras ontológicas y alturas teológicas.
1. ¿Qué es la belleza?
«El ideal de belleza de un sapo es… ¡una sapa!». Se
justificaría así la postura de: en lo que a belleza se refiere, no existe un
único criterio; todo es relativo, vale todo. De igual manera, Cervantes
calificaba de hermosa la herida que tenía en su brazo izquierdo, pues se fijaba
en el heroísmo con el que sufrió la herida. Por tanto, ¿existe de verdad la
belleza, o es simplemente una percepción subjetiva?
La forma y la belleza
Según el diccionario, la belleza es la propiedad de las
cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta
propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas. Para
mucho este término resulta sospechoso de tener ciertos fines metafísicos. Se
dice que nunca se acaba de saber que es realmente la belleza. Por eso se ha
preferido hablar mejor de la forma, un término más tangible y concreto que el
de belleza.
La estética que se propone aquí es más bien una estética de
la forma entera y verdadera, y no una estética de lo sublime, lo etéreo.
Pretendemos pues ver la forma en su intrínseca unidad. Desde esta perspectiva
integradora, el termino forma no es compatible con el de belleza, ya que la
forma no se queda en la pura materialidad. Puede ser también espiritual y
metafísica. Por el contrario, la belleza puede ser material y pertenecer a la
materia. Quedarían de nuevo enfrentados materialismo y espiritualismo, forma y
belleza. Será conceptos físicos y metafísicos a la vez: válidos tanto para la
materia como para el espíritu. Aunque los teóricos de la estética desprecien el
término belleza, a los artistas los sigue fascinándolos y no les importa
nombrarla.
El muñón de Cervantes
Al leer despacio la estética clásica, se llega a la
conclusión de que dicha doctrina no está necesariamente en contraposición con
los presupuestos de la estética moderna. Dice la estética clásica que la
belleza se encontraba en aquellos entes que reúnen tres características:
• La
perfección. Afirma que es bello aquello que ni le falta ni le sobra nada.
• La
proporción. Deben estar dispuestos, las partes o componentes, de un modo
armonioso y proporcionado .Cada parte debe mantenerse en directa relación con
el todo, sin destacar ni desentonar.
• La
claridad. Al proyectarse al exterior la forma y su perfección, surgen el
atractivo y la belleza que tanto nos llaman la atención. La perfección de una
forma se hace notar y se manifiesta al exterior y emite una especie de aureola
de prestigio que hace de aquello agradable a la vista y a la inteligencia.
Toda forma se expresa, se manifiesta y se declara como tal,
por tanto, ¿Cómo conciliar la forma con claridad? Toda cosa física y material
tiene también una claridad. La claridad sería, pues, el brillo de la forma. La
forma, por medio de su brillo, sería también bella.
Sin embargo, la forma no pone especial énfasis en esta
característica. La belleza no reside solo en una de estas tres características,
si no en las tres. No podemos olvidar la claridad, ni tampoco darle excesivo
protagonismo. Las presentes características tradicionales de perfección,
armonía y claridad no se contraponen a las modernas y al concepto de forma.
Ambas estéticas -clásica y moderna- encuentran unos puntos de entendimiento y
la posibilidad de complementarse mutuamente. La forma sería también bella.
Por tanto podemos decir que ni la belleza es totalmente
subjetiva, ni se reducirá a lo que se entienda como tal. Es cuestión de vista y
de inteligencia descubrir dónde hay belleza. Y las características siguientes
no podrán ayudar: logro y perfección, armonía y organicidad, de ser modelo y
desprender una cierta claridad…
2. ¿Ser o no ser?
La presente estética gira entorno a la naturaleza, la
persona y el ser. Veremos que se puede poner en contacto de igual modo con el
ser o con la nada. Y de su elección dependerá el lugar que ocupe su arte en el
mundo . El arte nos pondría en relación también con la dimensión más íntima de
la realidad. Nos adentramos pues, en la ontología del arte.
Arte, verdad, ser
Toda obra de arte era una epifanía del ser, un lugar donde el
ser y la verdad se manifiestan al mundo. El arte tendría una dimensión
reveladora que haría referencia a principios más universales. Las obras de arte
son también epifanías no solo de la belleza, si no también del arte y de la
verdad. Aunque también pueden hacer presentes las mentiras, la nada e incluso
la fealdad.
La persona puede entrar en contacto con el ser libremente y
por medio de su obrar, También el arte o la estética pueden hacerlo, de modo
análogo a como los pueden alcanzar la ciencia o la filosofía. Cualquier
actividad humana, por tanto, podría alcanzar el origen gracias a la especial
vinculación que existe entre el ser y la persona. Si el arte está relacionado
con el ser, la obra de arte lo estará con el bien, la verdad y la belleza.
Belleza, verdad y bien están unidos en el ser, aunque no necesariamente en el
obrar, pues nuestra libertad está por medio. Si el obrar se alía con el ser, se
logrará difundir y ampliar esa unidad originaria. De aquí surge la relación
entre arte, vida y ética. El ser es uno a nivel metafísico y el arte puede ser
igualmente uno en la vida misma, si la liberta está de acuerdo y colabora.
En el ámbito del ser, cabría asimismo una gradación en el
arte, pues no todas las obras están al mismo nivel. Existen tres niveles:
• El arte
predominantemente técnico, cuya principal virtud consiste en el virtuosismo y
en el dominio de la técnica y un lenguaje
• Un arte
más significativo, que expresa de modo perfecto una época y una determinada
personalidad: la de su autor.
• Un arte que
llegaría hasta la revelación del mismo origen de un modo más pleno: se dirige
así no solo a la belleza, sino también al ser, al bien y a la verdad.
Como es evidente, no todo el arte tiene el mismo valor a
nivel estético ni existencial ni ontológico. Hay arte que vale más, y arte que
vale menos. Además, la interpretación y la recepción de la obra de arte
conllevarían también un ejercicio de discernimiento para descubrir aquello que
se nos dice en la obra de arte sobre el origen. El intérprete se habrá de mover
de igual modo entre el origen y la libertad, descubriendo y dejando ver los
rastros de ser y verdad, que se pueden ir descubriendo en esa obra.
Concluyendo: a pesar de que belleza, verdad y bien están
unidos, en el orden de obrar se ve que la cosa no es sencilla: existe el riesgo
del mal, de la nada, de la mentira, de la belleza demoníaca. Es el inquietante
misterio de esa libertad tan ambigua, que hace de la belleza algo igualmente
ambiguo.
La creación
El arte será es sobre todo comunicación. Tendría lugar
cuando se estableciera la relación entre el artista y su público, con la
intervención de una serie de intérpretes o intermediarios. La obra de arte
sería igualmente un privilegiado medio de comunicación de ideas. Pero no se
puede reducir el arte a mera comunicación. Por debajo de ésta, está la obra de
arte y, más allá se encuentra todavía el origen, el ser. Por eso la obra de
arte es una presencial real, una realidad que hace presente el ser.
El arte se emparentaría también con el origen de todas las
cosas. No en vano, algunos artistas hablan de sus obras como de las criaturas
de sus entrañas, y se refieren al inicio y desarrollo de éstas como un
verdadero proceso de gestación. Y así el arte supondría un acto creador. El
artista es tan solo un mortal que da a luz a la criatura de sus entrañas: a su
obra. Además tiene la capacidad de crear un ser nuevo, distinto de todos los
demás. Crea todo un mundo a partir de un objeto inerte. El artista siempre
necesita una materia preexistente: forma a partir de una determinada materia.
Por eso, el artista debe reconocer su altísima dignidad al
imitar a Creador, Dios. Además ha de darse cuenta de que existe por encima de
él un primer Figurador, el Origen de todas las cosas. El artista puede asumir
la alta responsabilidad de continuar la Creación, perfeccionando este mundo y
haciéndolo más bello.
3. ¿Dios o el arte?
¿Dios o el arte? ¿O Dios y el arte? Se plantea aquí una de
las ultimísimas cuestiones sobre el arte y la belleza, que no podemos obviar,
pues de esta elección depende todo. El cristianismo no propone soluciones
extremas, sino que pretende unir y conciliar.
Arte y cristianismo
¿Y por qué el cristianismo? ¿Por qué no mejor el islamismo o
el budismo, por ejemplo? También se podría hacer de este modo, pero lo veremos
desde el cristianismo, porque es donde se ha dado mayor desarrollo del arte y
un mejor aprecio hacia la belleza.
La historia del arte ha tenido numerosos encuentros con el
cristianismo, gran parte de ellos realizados con notable acierto. La fe ha sabido
aliarse con el arte y encarnarse en la materia. Pero según dicen los entendidos
que esta alianza entre arte y cristianismo se irá debilitando progresivamente
sobre todo en dos frentes:
• En el
arte sacro, que irá perdiendo la calidad y esplendor que se apreciaba en otras
épocas
• Los
artistas irán dejando, en algunos casos, de ser cristianos, y influirá en los
ámbitos de la actividad artística.
Dios, arte, belleza
¿Qué verdades propone el cristianismo al arte?, ¿Qué nos
dice sobre la belleza? El mensaje cristiano contiene una información sobre
todas esas realidades que sería imposible de alcanzar de otro modo, es decir,
contando únicamente con la inteligencia o la imaginación. La fe nos habla de
esos secretos de Dios desvelados a los hombres, que no irán en contra en ningún
momento de lo que dicta el sentido común. Será esta estética, pues, mundana,
humana y cristiana a la vez.
Por ejemplo, hemos hablado ya algo sobre la idea de la
Creación en el cristianismo, pero también podemos ver cuál será el influjo del
concepto de encarnación en los conceptos del arte y la belleza. El hecho de que
el Hijo de Dios asuma la carne humana, trabaje y hable con nuestras palabras,
revolucionará toda la vida humana, y la del arte también. Es algo que no podría
haber imaginado ningún artista o filósofo.
Gloria
Estética, ascética y mística pueden darse juntas y no será
difícil pasar de la experiencia estética a la mística y a la oración, o
descubrir la belleza en ese dolor resucitado y convertido en belleza.
Jesucristo, el Espíritu Santo, la Virgen María, los ángeles, los santos y el
cielo cristiano, entre tantos, constituirán una belleza cristiana.
Jesucristo es la belleza muerta y resucitada, el Espíritu
santo será bello porque embellece nuestras almas de un modo inefable. La Virgen
ha sido definida como la totalmente hermosa, no sólo física, si no
espiritualmente también. Los ángeles y los santos nos atraen por la belleza que
desprenden y por la luz que Dios ha puesto en sus vidas, y el Cielo constituirá
de este modo todo un espectáculo de belleza. Y además, en él, contemplaremos la
mayor beldad: Dios. Por eso los cristianos están llamados a la Belleza más
total y absoluta.
Conclusiones
Gracias a este libro, Introducción a la estética, he podido
acercarme más al mundo del arte y de su pensamiento propio, la estética. Antes
de leer este libro tenía la impresión de que la estética era lo que comúnmente
conoce la gente como estética: la cosmética y la belleza en términos muy
materiales. Pero ahora se que la estética es toda la filosofía que reflexiona
sobre el arte y la belleza.
Aun así, me gustaría hacer una crítica al libro. Pienso que
el autor no refleja claramente sus conocimientos, y le da muchas vueltas sin
llegar nunca a dejar claro el término que quiere definir o explicar. Por eso,
resulta complicado, pero no imposible, comprender al cien por cien todos los
conceptos. Además, al ser el autor una persona cristiana, en el último capítulo
habla desde el punto de vista creyente, y para los que no lo somos resulta algo
difícil de comprender.
Vocabulario
Fenomenología: Teoría de los fenómenos o de lo que aparece.
//. Método filosófico desarrollado por Edmund Husserl que, partiendo de la
descripción de las entidades y cosas presentes a la intuición intelectual,
logra captar la esencia pura de dichas entidades, trascendente a la misma
conciencia
Antropología: Estudio de la realidad humana.
Hermenéutica: Arte de interpretar textos para fijar su verdadero
sentido, y especialmente interpretar textos sagrados
Semiótica: Estudio de los signos de la vida social.
Ontología: Parte de la metafísica que trata del ser en
general y de sus propiedades trascendentales
Metafísica: Parte de la filosofía que trata del ser en
cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras.
Bibliografía
• Pablo
Blanco, Estética de bolsillo (Ediciones Palabra, Colección Albatros)
• Diccionario
de la RAE (Real Academia Española)
• Enciclopedia
Microsoft Encarta 2003
Introducción a la Estética
LOS DERECHOS HUMANOS
Dep.
Filosofía / Educación Ético-Cívica 4º ESO
Profesora: Montse Díaz Pedroche
LOS DERECHOS
HUMANOS
INTRODUCCIÓN
1. ¿QUÉ
SON Y EN QUÉ
SE FUNDAMENTAN LOS DERECHOS
HUMANOS?
2. LAS
TRES GENERACIONES DE
DERECHOS HUMANOS
2.1. PRIMERA
GENERACIÓN: LOS DERECHOS
DE LA LIBERTAD
2.2. SEGUNDA
GENERACIÓN: LOS DERECHOS
DE LA IGUALDAD
2.3. TERCERA
GENERACIÓN: LOS DERECHOS DE LA SOLIDARIDAD
3. PARADOJAS
DE LOS DERECHOS
HUMANOS
INTRODUCCIÓN
Los Derechos Humanos
son un conjunto de exigencias éticas que preceden a todo orden legal
de cualquier
país, un “horizonte de
valores humanos” universalizable por
encima de
creencias,
religiones y filosofías. Son un intento de que los seres humanos utilicen su
razón y su
libertad
para construir un mundo mejor, una “utopía
razonable”. Los Derechos Humanos se
presentan
como una especie de “DERECHOS MORALES” ya que son exigencias éticas, valores
que
deben ser respetados por todos los seres humanos y que deben ser garantizados
por los
gobiernos de
todos los pueblos.
Su fundamento filosófico
está recogido al
inicio de la
Declaración de los
Derechos Humanos, y dice así:
“Considerando
que el respeto a la dignidad inherente a todos los miembros de la familia
humana y a sus
derechos
iguales e inalienables constituye el fundamento de la libertad, de la justicia
y de la paz del mundo ...
los
pueblos de las Naciones Unidas han proclamado de nuevo su fe en los derechos
fundamentales del
hombre,
en la dignidad y el valor de la persona humana”.
Así
pues, los Derechos Humanos se presentan como un conjunto de “exigencias
éticas” que
todos
los gobiernos firmantes deben cumplir. Se trata de unos valores éticos que
pretenden ser
válidos para todos
con independencia de la lengua, cultura, sexo, religión, etc, valores que se
sitúan entre la Ética
y el Derecho e inspiran desde la Ética todas las constituciones democráticas
que
hay en el mundo. Los Derechos Humanos apuestan por el respeto a la persona con
su
dignidad y
sus derechos inalienables y
exigen que los
Estados del mundo
elaboren leyes positivas de acuerdo
con esta Declaración.
1. ¿QUÉ
SON Y EN QUÉ
SE FUNDAMENTAN LOS DERECHOS
HUMANOS?
En principio, se
entiende que los Derechos Humanos son los que posee todo ser humano por el
hecho
de serlo con independencia de que sean reconocidos o no por el Derecho. Los
Derechos.
Humanos se han ido
reconociendo a lo largo de la historia, a través de un lento proceso de
aprendizaje moral
que no ha
terminado todavía. Como
antecedentes históricos de
La
Declaración Universal
de los Derechos Humanos de 10 de Diciembre de 1948 destacan:
♦ Declaración inglesa
denominada “Bil of Rights” (1689).
♦ Declaración de los
Derechos de Virginia de los EE.UU. de América (1776).
♦ Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789 y 1793).
En
todas estas Declaraciones y documentos históricos existe una visión del ser
humano en la
que se defiende la
dignidad inalienable y esencial de toda persona humana, por encima y al
margen
de cualquier circunstancia accidental como nacionalidad, sexo, lengua, religión
o nivel de
instrucción. Las
primeras elaboraciones de un auténtico código de Derechos Humanos tuvieron
lugar en los
ambientes liberales y democráticos del siglo XVIII. Manteniéndose en este
espíritu,
pero fecundado
con las nuevas
ideas socialistas, sindicalistas
y humanistas, casi
150 años después de
las Declaraciones
americana y francesa,
el día 10
de diciembre de
1948 la Asamblea General de
la ONU aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Esta Declaración
surgió después de las trágicas consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
(mil ones de
muertos, persecuciones raciales
y políticas, campos
de concentración y de exterminio, bombas
atómicas de Hiroshima y Nagasaki, etc.) y tras la derrota de los ejércitos
nazis, fascistas e
imperialistas. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se reflejan
aquel as dolorosas
experiencias, y se insiste en la dignidad,
la igualdad y la libertad de las
personas y en la
necesidad de la paz y de la cooperación entre todos los Estados.
Así pues, los
Derechos Humanos se fundamentan en la inalienable
dignidad de la persona
humana y poseen vigencia
universal. Esto implica los siguientes aspectos:
1. Ninguna persona
puede ser privada de el os.
2. Deben ser
respetados por la legislación de todos los Estados.
3. Han de servir como
marco de referencia para organizar la vida social y política.
4. Han de constituir
el código básico y fundamental de la justicia de todas las naciones y
del Derecho Internacional.
Los Derechos Humanos
son exigencias elementales que puede plantear cualquier ser humano
por
el hecho de serlo, y que tienen que ser satisfechas porque se refieren a unas
necesidades
básicas, cuya
satisfacción es indispensable para que
puedan desarrollarse como
seres
humanos. Son unos
derechos tan básicos que sin el os resulta difícil l levar una vida digna. Por
ser tan necesarios
para la persona se dice que son:
♦ Universales: se deben reconocer a
TODOS los seres humanos. Son unas exigencias
mínimas que se deben
garantizar en reconocimiento de su condición de humanos.
♦ Prioritarios: al entrar en conflicto con otros derechos,
tienen que ser protegidos de
una forma
prioritaria.
♦ Innegociables: ninguna sociedad
debe negar la protección de estos derechos a sus
miembros.
Además, todas las sociedades tienen que contribuir en el contexto mundial
para
lograr que se respeten los derechos de todas las personas, sea cual fuere la
sociedad concreta a
la que pertenezcan.
En
conclusión, los Derechos Humanos (DD.HH.) son unos mínimos morales de
justicia que
deben
ser satisfechos porque sin el os no se puede construir una sociedad justa ni un
mundo en
paz y armonía.
2. LAS
TRES GENERACIONES DE
DERECHOS HUMANOS
Como
indicábamos más arriba, los Derechos Humanos se han ido reconociendo a lo largo
de la
historia
a través de un lento proceso de aprendizaje moral que no ha terminado todavía.
En este
proceso
se pueden distinguir, hasta ahora, tres grandes fases que suelen ser
denominadas “las
tres generaciones” de
los Derechos Humanos.
Estas tres generaciones constituyen, por
el
momento,
los requisitos básicos para llevar una vida digna. Cada una de estas
generaciones
alumbró un
determinado conjunto de derechos.
2.1. PRIMERA
GENERACIÓN: LOS DERECHOS
DE LA LIBERTAD
La “primera
generación” es la
de los derechos
civiles y políticos. Empezaron
a ser
reivindicados
por la burguesía frente al Antiguo Régimen Feudal a partir del siglo XVI, y son
los
que
reivindicaban los revolucionarios liberales de los siglos XVII y XVIII frente a
las monarquías
absolutas.
Son las libertades individuales y los derechos de participación
política: el derecho
a la
vida y a la integridad física, a pensar y a expresarse libremente, a reunirse
con quien se
desee,
a desplazarse libremente, a participar en el gobierno del propio país, a no ser
detenido
sin
motivo legal, a ser juzgado con garantías de imparcialidad, las protecciones
del derecho a la
intimidad
y a la buena fama, los derechos de la propiedad privada y de la libre
contratación, a
comerciar libremente,
entre otros. En
líneas generales, podemos
considerar estos derechos
como inspirados en un
valor moral básico que les sirve de guía: la libertad.
Este grupo de
derechos está relacionado con el concepto de Estado de Derecho de la
tradición
liberal: un “Estado
de Derecho” es todo aquel sistema político que respeta las libertades básicas
y
nadie se encuentra “por encima de la ley”. El pensamiento liberal afirma que
los individuos
poseen unas
libertades que nadie puede violar, y el Estado menos aún, puesto que la única
misión de
éste consiste, precisamente, en
garantizar su cumplimiento. Los
teóricos liberales
entienden que los
derechos individuales funcionan como exigencias totalmente prioritarias que
deben prevalecer
frente a cualquier pretensión que se intente en su contra. Por esta razón se
puede considerar al
Estado liberal como un Estado de Derecho, es decir, como el tipo de Estado
en el que todos,
especialmente los poderes públicos, están obligados por las leyes a respetar
los
derechos básicos de
las personas.
2.2. SEGUNDA
GENERACIÓN: LOS DERECHOS
DE LA IGUALDAD
Los derechos de la
Segunda Generación son los económicos, sociales y culturales como el
derecho
a la educación, a la atención sanitaria, a la protección contra el desempleo, a
un salario
digno, al descanso y
al ocio, a una jubilación digna, a disfrutar de los bienes culturales, etc. Ha
sido el
movimiento obrero durante
los siglos XIX
y XX el
que ha ostentado
el principal
protagonismo en la
lucha por el reconocimiento efectivo de estos derechos. Con estos derechos
se pretende dotar de
un apoyo real a los derechos de la Primera Generación, porque difícilmente
se pueden
ejercer los derechos
civiles y políticos
si no se
tiene un mínimo
de ingresos
económicos, una
protección contra la enfermedad o un nivel cultural mínimo.
Este
tipo de exigencias fue abriendo camino a una nueva mentalidad según la cual es
necesario
que el Estado no se
limite a mantener el orden público y el cumplimiento de los contratos, sino
que
actúe positivamente para que los derechos de la Primera Generación no sean un
privilegio
de unos
cuantos sino una
realidad para todos.
Por esta razón
se dice que
la Segunda
Generación constituye
un conjunto de exigencias de la igualdad.
Este grupo de
derechos, junto con los de la Primera Generación, configura un nuevo modelo de
Estado que se
denomina Estado Social de Derecho. El añadido de “social” a la expresión
“Estado de Derecho”
significa que ahora no sólo se trata de que los ciudadanos sean “libres e
iguales ante la ley”,
sino que además se están poniendo medidas para que todos accedan a los
bienes básicos
necesarios para tomar parte en la vida política y cultural. El Estado Social de
Derecho garantiza las
mismas libertades que el modelo liberal y además intenta redistribuir la
riqueza para asegurar
que se protejan los derechos económicos, sociales y culturales.
2.3. TERCERA
GENERACIÓN: LOS DERECHOS DE LA SOLIDARIDAD
Por último, los
derechos de la Tercera Generación son unos derechos muy básicos de los que se
ha empezado a hablar
hace poco: se trata del derecho a vivir en una sociedad en paz y a
desenvolverse en un
medio ambiente sano (no contaminado). Evidentemente, si no se cumplen
estos
derechos no parece posible que se puedan ejercer los de las dos generaciones
anteriores.
En este
caso no basta
con que se
tomen medidas en
el interior de
un Estado, porque
el
cumplimiento de estos
derechos precisa un esfuerzo de solidaridad entre todas las naciones y
pueblos de la Tierra.
Es necesaria la solidaridad internacional para que se puedan cumplir los
derechos de la
Tercera Generación, pues ¿cómo se podrá acabar con la
contaminación del
medio ambiente si
unos países se comprometen a no contaminar y otros no? o ¿cómo se podrá
acabar con las
guerras mientras no haya un firme compromiso de todos para controlar el tráfico
de armas? No
obstante, la comunidad internacional apenas está comenzando a dar los primeros
pasos para que estos
derechos sean algún día una realidad.
En resumen, podemos
decir que cada una de las tres generaciones de derechos plantea las
exigencias de la
dignidad humana que se contienen en los tres valores básicos de la tradición
política de
la Modernidad, que
son la libertad,
la igualdad y
la solidaridad, y que
podemos
representar mediante
el siguiente esquema:
Derechos Humanos
1ª Generación
2ª Generación
3ª Generación
Valor moral guía
Libertad
Igualdad
Solidaridad
Modelo de Estado
Estado de Derecho
Estado Social de
Derecho
Estados Solidarios entre sí
3. PARADOJAS
DE LOS DERECHOS
HUMANOS
Los Derechos Humanos
plantean en la actualidad una serie de paradojas que es necesario tener
presentes para saber
cuál es su realidad.
♦ La
primera de estas paradojas es que no son una realidad conseguida. Al revés, se
puede
decir
que las violaciones cotidianas de los Derechos contenidos en la Declaración
Universal
de los
Derechos Humanos constituyen
el núcleo esencial
de la información
diaria de los
medios de
comunicación.
♦ Otra
paradoja se encuentra en el hecho de que, aun siendo aceptados por todos los
países
del
mundo, los Derechos Humanos no constituyen un conjunto de leyes positivas,
propias de
un
código jurídico coercible, puesto que no hay un Estado mundial ni un poder
internacional
legalmente
constituido capaz de obligar a su cumplimiento. Tampoco existen tribunales que
condenen
mediante sentencias ejecutivas a penas por su incumplimiento. Éste ha sido y es
el
caso
de muchos gobiernos condenados moral y políticamente por las Naciones Unidas y
por
Amnistía Internacional (Somalia,
Guatemala, Sudán, EE.UU.,
etc.) por quebrantar
los
5
Dep. Filosofía / Educación
Ético-Cívica 4º ESO
Profesora: Montse Díaz Pedroche
Derechos Humanos de
modo continuo, pero que siguen haciéndolo impunemente. Es verdad
que existen
mecanismos de denuncia
de violaciones de
los Derechos Humanos
a
determinadas
instancias como la O.N.U. o el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya
(Holanda).
Asimismo, en Europa existe el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con sede
en
Estrasburgo en el que todos los ciudadanos europeos pueden interponer recursos
jurídicos
contra
un Estado miembro del Consejo de Europa por violación de los Derechos Humanos.
Sin
embargo, todas estas instancias, aunque pueden condenar, no pueden sancionar ni
hacer
que
la condena sea efectiva ni obligar a su
cumplimiento. Por todo esto, en
demasiadas
ocasiones
la Declaración Universal de los Derechos Humanos se queda en papel mojado,
burocracia o simple
hipocresía.
♦ Finalmente,
hay quienes acusan a los Derechos Humanos de etnocéntricos porque han sido
promulgados desde
la cultura occidental.
Sin embargo, no
se trata de
unos derechos
terminados definitivamente sino
de algo que
debe estar sometido
a constante crítica
y
revisión,
no se trata -o no debe tratarse- de imponer nuestra cultura al resto del mundo,
sino
de
intentar establecer, a través del diálogo entre
todas las culturas, unos valores que si no
son universales al
menos sean universalizables, es decir, dignos de ser universalizados.
Evolución Histórica de los Derechos Humanos
El ámbito del derecho internacional de los derechos humanos es, sin duda, uno de los que más ha evolucionado en las cinco últimas décadas, la cual tubo como punto de partida a la Declaración Universal de Derechos Humanos, siendo esta declaración la que dio origen a todo una gama de tratados y pactos en pro de los derechos del hombre como sujeto de protección internacional.
Los antecedentes sobre esta materia nos remontan a la revolución norteamericana, la revolución francesa y a la revolución de América hispana que es donde surgieron las primeras manifestaciones de ebullición de derechos individuales inherentes al ser humano, siendo consagrados a través de diversos documentos, los cuales mas que un catalogo derechos reconocidos, se convirtieron en verdaderas conquistas como corolario de revoluciones sociales, las cuales establecieron para el Estado toda una gama de obligaciones el cual debía respetar.
De tal forma que estas grandes conquistas de consagración de derechos 1“se produjo en documentos como el Bill of Right de Virginia de 1776, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y la Declaración de los Derechos del Pueblo en 1811 proclamada por el Supremo Congreso de Venezuela” los cuales desde entonces generaron todo una corriente constitucional de reconocimiento de derechos y libertades fundamentales oponibles al Estado por el individuo.
Posteriormente, 2“en las Constituciones de Querétaro (México-1917), Weimar de 1919, de España de 1931, Soviética de 1936 e Irlandesa de 1937 se reconocieron también derechos económicos, sociales y culturales que debían ser promovidos por el Estado para lograr condiciones de vida mas favorables a la dignidad de la persona humana”, generando todo una segunda generación de derechos.
Sin embargo, el impacto de la segunda guerra mundial es el que generó el verdadero nacimiento de los derechos humanos, ya que la conciencia de la humanidad había evolucionado lo suficiente como para considerar que los horrores de la guerra y las violaciones masivas de derechos humanos perpetrados por parte de regímenes totalitarios como los nazi y fascista no debían repetirse.
Es por ello que la gran expansión de los derechos humanos se produjo a partir de 1945 cuando los países vencedores de la II guerra mundial en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organizaciones Internacionales, en San Francisco (EEUU), promovieron e impulsaron la constitución de una nueva organización internacional sucesora de la Liga de Naciones, la cual había colapsado en su función de garante de la paz y seguridad internacional tras el advenimiento de la segunda conflagración mundial, motivo por el cual convinieron en la creación de la Organización de Naciones Unidas, cuyo documento constitutivo denominado “Carta de San Francisco”, entro en vigor el 24 de Octubre de 1945, siendo suscrito originariamente por los 51 países presentes en la Conferencia, quienes constituyen sus miembros fundadores.
Esta organización internacional de alcance universal fue concebida de acuerdo a su carta constitutiva con los siguientes propósitos y son:
La de mantener la paz y la seguridad internacional, fomentar entre las naciones relaciones de amistad, realizar cooperación internacional interviniendo en la solución de problemas de carácter económico, social, cultural, o humanitario, y servir de centro que armonicé los esfuerzos de las naciones por alcanzar propósitos comunes.
Precisamente, fue dentro del marco de la Tercera Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que tres años después de su fundación, se suscribiría y proclamaría el 10 de Diciembre de 1948 en Paris la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual fue aprobada mediante resolución Nº 217-A con 48 votos a favor y 8 abstenciones.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos constituye uno de los pilares del sistema internacional de protección derechos humanos el cual surgió como rechazo a los horrores conocidos por la humanidad dentro del contexto de la segunda guerra mundial.
La persona máxima responsable de la redacción de esta Declaración Universal fue el jurista francés René Cassin, quien fuera nombrado posteriormente premio novel de la paz en 1968.
Y aunque para un gran sector esta declaración universal carecía desde su origen de carácter vinculante por ser meramente una declaración (al otorgarle un valor moral mas no jurídico, ya que fue aprobada mediante una resolución de la Asamblea General, la cual de acuerdo al artículo 13º de su carta constitutiva; la Asamblea General es competente para dictar resoluciones, sin embargo, estas tienen un carácter no obligatorio), lo cierto es que no cabe duda de su obligatoriedad, ya que de moral se trasformó jurídico, convirtiéndose en un instrumento obligatorio al contener una serie de conceptos internacionalmente aceptadas por el derecho consuetudinario, las cuales han adquirido fuerza vinculante (por ello tienen categoría de costumbre internacional) y en consecuencia son obligatorias, al mismo tiempo que han servido de fuente inspiradora de diversas Constituciones del hemisferio.
Si bien es cierto la Declaración Universal de los Derechos Humanos, constituye la primera declaración de carácter universal en esta materia, ya existía a nivel regional la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre que fue aprobada en Bogota en la IX Conferencia Internacional Americana, conjuntamente con la Carta constitutiva de la Organización de Estados Americanos (OEA) el 2 de Mayo de 1948 antecediendo a la declaración universal por más de 7 meses.
Con lo cual se advierte como dice Pedro Nikken que la irrupción de derechos humanos en el ámbito internacional se inició con declaraciones, a las que se rehusó dotar de fuerza vinculante en el tiempo de su adopción, como ocurrió con la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptadas en 1948 con pocos meses de diferencia, fue mas tarde en la década de los 60 que se profundizo en la tendencia a la regulación convencional de la protección de derechos humanos a través de diversas convenciones.
En tal sentido, la Declaración Universal de los Derechos Humanos se perfecciona con dos pactos internacionales aprobadas también en el seno de las Naciones Unidas: El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de los Derechos Sociales, Económicos y Culturales ambos de 1966.
Hay que anotar que mientras el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos surgió sobre el techo político liberal clásico fue la concepción ideológica socialista la que propugno los derechos sociales, económicos y culturales, como base para el desarrollo de las naciones.
Y es que esta primera generación de derechos individuales consagrados en los derechos internos de los Estados constitucionalmente van a ser influenciados por una segunda ola de derechos sociales impulsados por corrientes humanistas tanto en el campo laboral, educación, salud, vivienda, etc, los cuales son considerados como derechos de segunda generación de derechos humanos, confluyendo ambos en la protección de la persona.
A nivel regional, en el ámbito europeo el 4 de Noviembre de 1950 se aprobó la Convención para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales el cual daría origen al Sistema Europeo de Protección de Derechos Humanos, mientras que en el hemisferio americano surge este sistema, el 22 de Noviembre de 1969, con la aprobación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocido también como “Pacto de San José de Costa Rica”, el cual entro en vigor en 1978.
Asimismo, en 1981 surgiría la Carta Africana de los Derechos y de los Pueblos, como principal instrumento de protección de derechos humanos, el cual entraría en vigor en 1986; mientras que en 1994 se aprueba la Carta Árabe de Derechos Humanos.
De tal forma que con las sendas declaraciones, convenciones y tratados sobre esta materia se ha creado un rico cuerpo jurídico internacional de protección y promoción de derechos humanos, como resultado de la voluntad política de los Estados que promovieron en sus agendas con carácter prioritario la defensa irrestricta del ser humano como sujeto de protección internacional, los cuales, sin duda; dieron origen a todo un conjunto de normas internacionales denomidado derecho internacional de los derechos humanos los cuales establecen derechos, instituciones y procedimientos a nivel regional o universal con el objetivo de poner fin a las violaciones sistemáticas de derechos humanos producidos fundamentalmente en el seno de gobiernos dictatoriales y crear condiciones para lograr mejores condiciones de desarrollo.
Los antecedentes sobre esta materia nos remontan a la revolución norteamericana, la revolución francesa y a la revolución de América hispana que es donde surgieron las primeras manifestaciones de ebullición de derechos individuales inherentes al ser humano, siendo consagrados a través de diversos documentos, los cuales mas que un catalogo derechos reconocidos, se convirtieron en verdaderas conquistas como corolario de revoluciones sociales, las cuales establecieron para el Estado toda una gama de obligaciones el cual debía respetar.
De tal forma que estas grandes conquistas de consagración de derechos 1“se produjo en documentos como el Bill of Right de Virginia de 1776, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y la Declaración de los Derechos del Pueblo en 1811 proclamada por el Supremo Congreso de Venezuela” los cuales desde entonces generaron todo una corriente constitucional de reconocimiento de derechos y libertades fundamentales oponibles al Estado por el individuo.
Posteriormente, 2“en las Constituciones de Querétaro (México-1917), Weimar de 1919, de España de 1931, Soviética de 1936 e Irlandesa de 1937 se reconocieron también derechos económicos, sociales y culturales que debían ser promovidos por el Estado para lograr condiciones de vida mas favorables a la dignidad de la persona humana”, generando todo una segunda generación de derechos.
Sin embargo, el impacto de la segunda guerra mundial es el que generó el verdadero nacimiento de los derechos humanos, ya que la conciencia de la humanidad había evolucionado lo suficiente como para considerar que los horrores de la guerra y las violaciones masivas de derechos humanos perpetrados por parte de regímenes totalitarios como los nazi y fascista no debían repetirse.
Es por ello que la gran expansión de los derechos humanos se produjo a partir de 1945 cuando los países vencedores de la II guerra mundial en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organizaciones Internacionales, en San Francisco (EEUU), promovieron e impulsaron la constitución de una nueva organización internacional sucesora de la Liga de Naciones, la cual había colapsado en su función de garante de la paz y seguridad internacional tras el advenimiento de la segunda conflagración mundial, motivo por el cual convinieron en la creación de la Organización de Naciones Unidas, cuyo documento constitutivo denominado “Carta de San Francisco”, entro en vigor el 24 de Octubre de 1945, siendo suscrito originariamente por los 51 países presentes en la Conferencia, quienes constituyen sus miembros fundadores.
Esta organización internacional de alcance universal fue concebida de acuerdo a su carta constitutiva con los siguientes propósitos y son:
La de mantener la paz y la seguridad internacional, fomentar entre las naciones relaciones de amistad, realizar cooperación internacional interviniendo en la solución de problemas de carácter económico, social, cultural, o humanitario, y servir de centro que armonicé los esfuerzos de las naciones por alcanzar propósitos comunes.
Precisamente, fue dentro del marco de la Tercera Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que tres años después de su fundación, se suscribiría y proclamaría el 10 de Diciembre de 1948 en Paris la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual fue aprobada mediante resolución Nº 217-A con 48 votos a favor y 8 abstenciones.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos constituye uno de los pilares del sistema internacional de protección derechos humanos el cual surgió como rechazo a los horrores conocidos por la humanidad dentro del contexto de la segunda guerra mundial.
La persona máxima responsable de la redacción de esta Declaración Universal fue el jurista francés René Cassin, quien fuera nombrado posteriormente premio novel de la paz en 1968.
Y aunque para un gran sector esta declaración universal carecía desde su origen de carácter vinculante por ser meramente una declaración (al otorgarle un valor moral mas no jurídico, ya que fue aprobada mediante una resolución de la Asamblea General, la cual de acuerdo al artículo 13º de su carta constitutiva; la Asamblea General es competente para dictar resoluciones, sin embargo, estas tienen un carácter no obligatorio), lo cierto es que no cabe duda de su obligatoriedad, ya que de moral se trasformó jurídico, convirtiéndose en un instrumento obligatorio al contener una serie de conceptos internacionalmente aceptadas por el derecho consuetudinario, las cuales han adquirido fuerza vinculante (por ello tienen categoría de costumbre internacional) y en consecuencia son obligatorias, al mismo tiempo que han servido de fuente inspiradora de diversas Constituciones del hemisferio.
Si bien es cierto la Declaración Universal de los Derechos Humanos, constituye la primera declaración de carácter universal en esta materia, ya existía a nivel regional la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre que fue aprobada en Bogota en la IX Conferencia Internacional Americana, conjuntamente con la Carta constitutiva de la Organización de Estados Americanos (OEA) el 2 de Mayo de 1948 antecediendo a la declaración universal por más de 7 meses.
Con lo cual se advierte como dice Pedro Nikken que la irrupción de derechos humanos en el ámbito internacional se inició con declaraciones, a las que se rehusó dotar de fuerza vinculante en el tiempo de su adopción, como ocurrió con la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptadas en 1948 con pocos meses de diferencia, fue mas tarde en la década de los 60 que se profundizo en la tendencia a la regulación convencional de la protección de derechos humanos a través de diversas convenciones.
En tal sentido, la Declaración Universal de los Derechos Humanos se perfecciona con dos pactos internacionales aprobadas también en el seno de las Naciones Unidas: El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de los Derechos Sociales, Económicos y Culturales ambos de 1966.
Hay que anotar que mientras el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos surgió sobre el techo político liberal clásico fue la concepción ideológica socialista la que propugno los derechos sociales, económicos y culturales, como base para el desarrollo de las naciones.
Y es que esta primera generación de derechos individuales consagrados en los derechos internos de los Estados constitucionalmente van a ser influenciados por una segunda ola de derechos sociales impulsados por corrientes humanistas tanto en el campo laboral, educación, salud, vivienda, etc, los cuales son considerados como derechos de segunda generación de derechos humanos, confluyendo ambos en la protección de la persona.
A nivel regional, en el ámbito europeo el 4 de Noviembre de 1950 se aprobó la Convención para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales el cual daría origen al Sistema Europeo de Protección de Derechos Humanos, mientras que en el hemisferio americano surge este sistema, el 22 de Noviembre de 1969, con la aprobación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocido también como “Pacto de San José de Costa Rica”, el cual entro en vigor en 1978.
Asimismo, en 1981 surgiría la Carta Africana de los Derechos y de los Pueblos, como principal instrumento de protección de derechos humanos, el cual entraría en vigor en 1986; mientras que en 1994 se aprueba la Carta Árabe de Derechos Humanos.
De tal forma que con las sendas declaraciones, convenciones y tratados sobre esta materia se ha creado un rico cuerpo jurídico internacional de protección y promoción de derechos humanos, como resultado de la voluntad política de los Estados que promovieron en sus agendas con carácter prioritario la defensa irrestricta del ser humano como sujeto de protección internacional, los cuales, sin duda; dieron origen a todo un conjunto de normas internacionales denomidado derecho internacional de los derechos humanos los cuales establecen derechos, instituciones y procedimientos a nivel regional o universal con el objetivo de poner fin a las violaciones sistemáticas de derechos humanos producidos fundamentalmente en el seno de gobiernos dictatoriales y crear condiciones para lograr mejores condiciones de desarrollo.
)
Declaración Universal de los Derechos Humanos
La Declaración Universal de Derechos Humanos es una resolución adoptada por unanimidad en diciembre de 1948 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El objetivo de esta declaración, compuesta por 30 artículos, es promover y potenciar el respeto por los Derechos Humanos y las libertades fundamentales. Dicha declaración proclama los derechos personales, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales del hombre, los cuales sólo se ven limitados por el reconocimiento de los derechos y libertades de los demás, así como por los requisitos de moralidad, orden público y bienestar general.
Entre los derechos citados por la Declaración se encuentran el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad personal; a no ser víctima de una detención arbitraria; a un proceso judicial justo; a la presunción de inocencia hasta que no se demuestre lo contrario; a la no invasión de la vida privada y de la correspondencia personal; a la libertad de movimiento y residencia; al asilo político; a la nacionalidad; a la propiedad; a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión y de expresión; a asociarse, a formar una asamblea pacífica y a la participación en el gobierno; a la seguridad social, al trabajo, al descanso y a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar; a la educación y la participación en la vida social de su comunidad. La Declaración fue concebida como parte primera de un proyecto de ley internacional sobre los derechos del hombre.
La Comisión de los Derechos Humanos de la ONU dirigió sus esfuerzos hacia la incorporación de los principios más fundamentales de la Declaración en varios acuerdos internacionales. En 1955 la Asamblea General autorizó dos pactos de Derechos Humanos: Uno relativo a los derechos civiles y políticos y el otro a los derechos económicos, sociales y culturales. Ambos pactos entraron en vigor en enero de 1966, tras una larga lucha para lograr que fueran ratificados.
Entre los derechos citados por la Declaración se encuentran el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad personal; a no ser víctima de una detención arbitraria; a un proceso judicial justo; a la presunción de inocencia hasta que no se demuestre lo contrario; a la no invasión de la vida privada y de la correspondencia personal; a la libertad de movimiento y residencia; al asilo político; a la nacionalidad; a la propiedad; a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión y de expresión; a asociarse, a formar una asamblea pacífica y a la participación en el gobierno; a la seguridad social, al trabajo, al descanso y a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar; a la educación y la participación en la vida social de su comunidad. La Declaración fue concebida como parte primera de un proyecto de ley internacional sobre los derechos del hombre.
La Comisión de los Derechos Humanos de la ONU dirigió sus esfuerzos hacia la incorporación de los principios más fundamentales de la Declaración en varios acuerdos internacionales. En 1955 la Asamblea General autorizó dos pactos de Derechos Humanos: Uno relativo a los derechos civiles y políticos y el otro a los derechos económicos, sociales y culturales. Ambos pactos entraron en vigor en enero de 1966, tras una larga lucha para lograr que fueran ratificados.
TIPOS DE DERECHOS HUMANOS
)
El hombre y la mujer han tomado conciencia desde la antigüedad a nuestros días cuáles son sus derechos fundamentales, sus derechos civiles y políticos, sus derechos económicos, sociales y culturales.
Nuestros derechos como personas conforman un Todo integral, relacionándose y complementándose unos con otros. Sin embargo, para su mayor comprensión y estudio se clasifican en razón de la materia que abordan como también a la visión del investigador del tema.
Normalmente, se distinguen derechos individuales, referidos a las personas y derechos colectivos o de los pueblos.
Dentro de los individuales, según las materias que tratan están:
1. Derechos Civiles y Políticos: Como el derecho a la vida, integridad física, libertad de opinión, de conciencia, igualdad ante la ley, de reunión, de asociación, etc.
2. Derechos económicos, sociales y culturales: Como el derecho a la propiedad, al trabajo digno y libre, a la salud, a la seguridad social, a la educación, a sindicarse libremente, a la vivienda etc.
Dentro de los derechos colectivos, están: El Derecho a la Paz, el derecho al desarrollo y no-contaminación del Medio Ambiente, etc.
Entre las características propias de los Derechos Humanos, tenemos:
Todas las personas nacemos con derechos que nos pertenecen por nuestra condición de seres humanos. Su origen no es el Estado o las leyes, decretos o títulos, sino la propia naturaleza o dignidad de la persona humana. Por eso cuando una ley viola los derechos humanos se la considera nula (sin valor) porque va contra la misma naturaleza humana.
Los derechos humanos son universales
Todas las personas: mujeres, hombres, niños y niñas tenemos derechos. Por eso no importa la raza, el sexo, la cultura o la religión que tengamos; tampoco importa la nacionalidad o el lugar en que se viva. Cada persona tiene la misma dignidad y nadie puede estar excluido o discriminado del disfrute de sus derechos. Es así que tienen los mismos derechos tanto un niño como una niña, un indígena como un campesino, una mujer como un hombre, un árabe como un chino, un colombiano como un venezolano, un musulmán como un cristiano, un negro como un blanco, un pobre como un rico, un delincuente o corrupto como una persona honesta.
Los derechos humanos son inalienables e intransferibles
La persona humana no puede, sin afectar su dignidad, renunciar a sus derechos o negociarlos. Tampoco el Estado puede disponer de los derechos de los ciudadanos. Se entiende que en situaciones extremas algunos derechos pueden ser limitados o suspendidos, pero nunca alienados (eliminados, extinguidos).
Ejemplificaremos esto con dos situaciones típicas que se dan en Venezuela. Por un lado, el que por determinadas circunstancias se suspendan las garantías constitucionales no implica que desaparezcan o estén extinguidos los derechos, sino que por un lapso de tiempo limitado y dentro de las razones que originaron la suspensión, las formas de protección están sujetas a restricciones; sin embargo, el derecho a la vida, a no ser torturado, ni incomunicado, siguen vigentes.
Por otro lado, el derecho a la participación política que contempla la elección de nuestros gobernantes, el control de sus acciones, la participación en la toma de decisiones, entre otras cosas, no implica que negociemos nuestro derecho con el político o partido político de nuestra elección. Cuando votamos no transferimos a los elegidos nuestro legítimo derecho a participar políticamente en la vida del país. En realidad lo que hacemos es delegar en representantes la responsabilidad de llevar adelante nuestro mandato, ideas o propuestas, lo que es muy diferente a otorgarles o transferirles nuestro derecho a participar libre y abiertamente.
Los derechos humanos son acumulativos, imprescriptibles o irreversibles
Como la humanidad es cambiante, las necesidades también, por ello a través del tiempo vamos conquistando nuevos derechos, que una vez alcanzados forman parte del patrimonio de la dignidad humana. Una vez reconocidos formalmente los derechos humanos su vigencia no caduca (es decir, no vence nunca), aún superadas las situaciones coyunturales que llevaron a reivindicarlos. En 1863 fue abolida la pena de muerte en nuestro país, desde entonces el derecho a la vida está garantizado en la Constitución, por lo que bajo ninguna circunstancia puede permitirse que la pena de muerte sea restablecida.
Los derechos humanos son inviolables
Nadie puede atentar, lesionar o destruir los derechos humanos. Esto quiere decir que las personas y los gobiernos deben regirse por el respeto a los derechos humanos; las leyes dictadas no pueden ser contrarias a éstos y las políticas económicas y sociales que se implementan tampoco. Por ejemplo, el derecho a la vida no puede ser violentado bajo ninguna circunstancia, como ocurre frecuentemente en la realidad, ni por la acción de fuerzas policiales o militares ni por políticas económicas que condenan a la muerte por desnutrición o hambre a la población.
Los derechos humanos son obligatorios
Los derechos humanos imponen una obligación concreta a las personas y al Estado de respetarlos aunque no haya una ley que así lo diga. Queda claro entonces que es obligatorio respetar todos los derechos humanos que existan en nuestras leyes y también aquellos que no lo están aún, como por ejemplo el derecho a la objeción de conciencia (o sea, el derecho a no prestar el servicio militar por razones de creencias morales o religiosas) o el derecho a la propiedad colectiva de la tierra en el caso de las comunidades indígenas, y tantos otros.
Los derechos humanos trascienden las fronteras nacionales
Esta característica se refiere a que la comunidad internacional puede y debe intervenir cuando considere que un Estado está violando los derechos humanos de su población. En este sentido, ningún Estado puede argumentar violación de su soberanía cuando la comunidad internacional interviene para requerir que una violación a los derechos humanos sea corregida. Un ejemplo de ello es el caso de la masacre en El Amparo, en la cual Venezuela se ha visto requerida a cumplir con sus obligaciones internacionales de hacer justicia y castigar a los policías y militares responsables, tal como se lo ha solicitado la comunidad internacional y en especial la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, sin alegar que esta exigencia sea una intromisión en sus asuntos internos.
Los derechos humanos son indivisibles, interdependientes, complementarios y no jerarquizables
Los derechos humanos están relacionados entre sí. Es decir, no podemos hacer ninguna separación ni pensar que unos son más importantes que otros. La negación de algún derecho en particular significa poner en peligro el conjunto de la dignidad de la persona, por lo que el disfrute de algún derecho no puede hacerse a costa de los demás. Es así, como no podemos disfrutar plenamente de nuestro derecho a la educación si no estamos bien alimentados o si carecemos de una vivienda adecuada, ni podemos ejercer nuestro derecho a la participación política si se nos niega el derecho a manifestar o estar bien informados.
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